La lectura de hoy se encuentra en Hechos 11. Se nos relata el final de la historia que vimos ayer. Pedro había ido a casa de un centurión llamado Cornelio y había predicado la Palabra de Dios. Mientras él todavía estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre toda la congregación y bautizó a todos los presentes. Tanto Pedro como sus acompañantes se quedaron asombrados por tal evento.
En el episodio de hoy, encontramos a Pedro siendo acusado por los supuestos “defensores de la circuncisión” de haber entrado a la casa de Cornelio y de haber comido con él. Pedro les relató cómo sucedieron las cosas y presentó a sus seis testigos que lo habían acompañado y que verificaron lo que Pedro había dicho. Cuando estos acusadores escucharon cómo Dios había derramado de Su Espíritu sobre estas personas, se maravillaron y finalmente se calmaron.
¡Qué triste que aun hoy en día existen personas así! No evalúan ni aprecian lo que Dios está haciendo sino que todo lo critican. No se alegran de que Dios obre milagros, sino que se enojan porque ellos no reciben nada. Sus vidas están llenas de resentimientos y amargura. Es tiempo hoy de cambiar nuestro enfoque y agradecer a Dios que ha tenido a bien alcanzar a un mundo de pecadores…de entre los cuales, nosotros somos los peores.
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