Friday, February 20, 2009

¿QUE DEBO HACER SEÑOR?


La lectura de hoy se encuentra en Hechos 22. Se nos cuenta la historia de Pablo una vez que fue arrestado en Jerusalén. Los judíos demandaban su muerte, pero Pablo encontró aquí la perfecta oportunidad para hablar acerca de cómo Jesús lo había salvado. Al principio no lo querían escuchar. Pero al oírlo hablar en arameo, toda la gente hizo silencio.


Pablo les dijo de su trasfondo familiar y educacional. Estableció su identidad como judío que había nacido en Tarso, pero había sido criado en Jerusalén. Había sido educado por Gamaliel, un prominente maestro de la Ley de aquel entonces. Sin comprender el plan de Dios, Pablo se había dado a la tarea de perseguir a los cristianos con gran furia y celo religioso. El pensaba que con esto estaba agradando a Dios. Aún había pedido cartas de extradición para traer a la fuerza a todo judío creyente que encontrara en Damasco.


Mientras iba a esa ciudad, tuvo un encuentro genuino con Jesús. Al mediodía, mientras caminaba, apareció una luz fuerte que lo rodeó. Y luego oyó una voz que deseaba saber por qué Pablo lo perseguía. No sabiendo quién le hablaba, Pablo preguntó, “¿Quién eres, Señor?” Y fue allí donde Jesús se le presentó. Es curioso notar que los acompañantes de Pablo pudieron contemplar el resplandor, pero no escucharon la voz del que hablaba. Finalmente Pablo se rindió con estas palabras, “¿Qué debo hacer, Señor? Jesús le dio instrucciones claras de entrar a la ciudad hasta que recibiera más información. Pablo tuvo que ser guiado por los que iban con el ya que debido al resplandor había quedado ciego. Eventualmente llegó a verlo un hombre llamado Ananías que oró por Pablo para que de nuevo recibiera la vista. Y finalmente le dio el llamado a ser predicador a los gentiles.


Cuando los judíos escucharon esta última parte del mensaje, se enfurecieron y comenzaron a amotinarse y a demandar que Pablo fuera ejecutado. Debido a esto, el comandante romano mandó remover a Pablo de aquel lugar y a azotarlo para sacarle la verdadera razón por la que todos estos judíos querían matarlo. Una vez que Pablo fue atado, pero antes de ser azotado, Pablo declaró que era ciudadano romano. El comandante romano inmediatamente mandó soltarle de sus ataduras ya que la ley romana prohibía azotar a sus ciudadanos. Sin duda que Dios cuida de los que le pertenecen. Pablo había nacido con el privilegio de la ciudadanía romana. También había sido educado en todo en cuanto a la Ley de Moisés y los Profetas. Esto le otorgaba pleno conocimiento de lo que Dios quería hacer con los gentiles.


De la misma forma, todo y cuanto nosotros tenemos y hemos logrado, es parte del plan de Dios. Aún las experiencias más tristes y difíciles de nuestra vida pueden servir de mucho en las manos de Aquel que nos diseñó. Y sabemos que en Sus manos, nuestro futuro está bien protegido y asegurado. Rindamos todo a El y luego preguntémosle, “¿Qué debo hacer, Señor?”

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