Tuesday, February 10, 2009

NO MI VOLUNTAD, SINO LA DE DIOS


La lectura de hoy se encuentra en Hechos 15. Cuando Pablo y Bernabé regresaron de su primer viaje misionero, no faltó un grupo de judíos de Antioquia que vinieron a Jerusalén para demandar que todo griego que aceptara a Jesús como Salvador debía también ser circuncidado y debía también obedecer la Ley de Moisés. Debido a esta situación, los apóstoles se reunieron en un concilio para estudiar y decidir qué se debía hacer.


Pedro fue el primero en levantarse para defender a los griegos. Explicó cómo él mismo había experimentado el derramamiento del Espíritu Santo sobre ellos. Declaró que era injusto poner sobre ellos un yugo que ni los judíos mismos habían podido llevar. Sus palabras más impactantes fueron, “Más bien, como ellos, creemos que somos salvos por la gracia de nuestro Señor Jesús.” ¡Qué bueno es Dios que no necesitamos llenar ni un requisito más! Unicamente debemos creer. Bernabé y Pablo también tomaron la palabra para contar las cosas maravillosas que Dios había hecho por medio de ellos entre los griegos.


Finalmente, Jacobo, quien presidía el concilio habló para establecer que no se iba a demandar de los griegos ni la circuncisión ni el cumplimiento de la Ley de Moisés. Simplemente se le enseñaría a los griegos a abstenerse de lo consagrado a los ídolos, a evitar toda inmoralidad sexual y a no consumir la carne de animales cuya sangre no se hubiera vertido. Y aparentemente toda la asamblea estuvo de acuerdo en esto al punto que se escribieron cartas explicando la decisión para leerla a través de todas las iglesias.


Lo interesante es que cuando llegó el momento de distribuir las cartas, Bernabé y Pablo tuvieron una fuerte discusión. Todo se debió a que Bernabé quiso llevar con ellos nuevamente a Juan Marcos. Pero Pablo no estuvo de acuerdo ya que este joven los había abandonado durante el primer viaje misionero. A pesar de la discusión, cada uno tomó su camino, no tratando de perjudicar al otro, y fueron a cumplir la misión que les había sido encomendada. Bernabé se fue con Juan Marcos y Pablo se llevó a Silas. ¡Que hoy pudiéramos aprender a hacer como hicieron ellos! No hay nada de malo con tener diferencias de opinión. Pero cuando tratamos de perjudicar la obra de Dios simplemente porque no se hacen las cosas como nosotros queremos, entonces hay pecado. Que Dios nos ayude hoy a entender que no se trata de hacer nuestra voluntad, sino la de El.

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