Saturday, January 24, 2009

DIOS PUEDE MARCAR LA DIFERENCIA


En Génesis 50 leemos acerca de un incidente muy triste. Jacob, el padre de José, murió. Esto causó gran conmoción en Egipto. Por siete días la nación entera lloró por Jacob. Después de esto José pidió autorización de Faraón para ir hasta Canaán a enterrar a su padre. Al ir a aquel lugar, le siguió una gran multitud de dignatarios egipcios juntamente con familiares y una escolta militar.


Es increíble lo que Dios hace en la vida de personas que se rinden por completo a El. Jacob había sido un usurpador. Se había aprovechado de su hermano Esaú para tomar la primogenitura que no le correspondía. En lugar de esperar el cumplimiento de las promesas divinas, creyó que estaba en todo el derecho de arrebatarlas. Por sus actos ilegales tuvo que huir de su hogar para vivir con su tío en un lugar lejano. Allí se enamoró de una mujer pero el padre de ésta lo engañó y le dio por esposa a la hermana mayor. Jacob tuvo que trabajar muchos años más para finalmente casarse con la mujer que amaba. Eventualmente tuvo que regresar a su casa para confrontar al hermano que había engañado. Dios le dio bendición y gracia para que su hermano lo recibiera e hicieran la paz. Sus hijos también engañaron a este engañador ya que un día vendieron a su hijo preferido, a José, y luego le dijeron que una bestia salvaje lo había devorado. Lloró amargamente esta terrible noticia.


¡Qué vida tan llena de tragedia! Pero que interesante que en el día de su muerte fue reconocido y enterrado con todos los honores que solamente un dignatario merecía. Que también así sea nuestra experiencia personal. Que a nuestro nacimiento la gente haya reído de alegría y que a nuestra muerte, la gente llore de profunda tristeza. Que sientan que nuestra vida hizo un impacto en ellos y no que suspiren de alivio por nuestra partida. No importa lo que hayamos sido, si aceptamos a Cristo como Salvador y permitimos que obre, El cambia nuestra vida.

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